Este interior es un refinado ejercicio de diseño contemporáneo, donde la calidez y la serenidad se logran a través de un estudiado equilibrio entre texturas, colores y luz. El proyecto se aleja de los minimalismos fríos para abrazar un confort sofisticado, con claras influencias del diseño escandinavo y de mediados de siglo.

La zona de día se articula sobre una paleta de colores neutros y terrosos, donde las paredes con un sutil papel texturizado en tono arena crean un lienzo acogedor. El mobiliario modular del salón es una pieza clave, combinando frentes lisos en beige con secciones acanaladas en madera de nogal, un detalle de tendencia que aporta ritmo y sofisticación. La alfombra de motivos geométricos en tonos verdes y grises delimita el espacio y añade un toque de dinamismo cromático, que se replica en los cojines. La iluminación se trata como un elemento escultórico, destacando la lámpara de pie dorada y la gran lámpara de suspensión plisada sobre el comedor, que genera una luz suave y difusa.

En el dormitorio, el diseño busca crear un santuario de calma. La pared del cabecero se convierte en el foco de atención con un evocador papel pintado que simula ondas de acuarela en tonos azules y dorados. Esta elección audaz se equilibra con ropa de cama en colores lisos y elegantes lámparas de latón que aportan un toque de lujo contenido.

En todo el proyecto se percibe una cuidada atención al detalle: desde las cortinas con estampados botánicos que filtran la luz hasta la selección de piezas de arte abstracto y el uso constante de plantas, que introducen vida y frescura. El resultado es un hogar cohesivo y atemporal, donde cada elemento contribuye a una atmósfera de elegancia relajada y habitable.